viernes, 17 de febrero de 2017

Leopoldo María Panero

PAVANE POUR UN ENFANT DÉFUNT
A mi tía Margot

Se diría que está aún en la balaustra del balcón
mirando a nadie, llorando,
Se diría que eres aún visto como siempre
que eres aún en la tierra un niño difunto.
Se diría, se arriesga
el poema por alguien
como un disparo de pistola,
en la noche, en la noche sembrada
de ojos desiertos, los ojos solos
de monstruos. Todos nosotros somos
niños muertos, clavados en la balaustra como por encanto,
como sólo saben esperar los muertos.
Se diría que has muerto y eres alguien por fin,
un retrato en la pared de los muertos,
un retrato de cumpleaños con velas para los muertos.
Pero a nadie le importan los niños, los muertos,
a nadie los niños que viajan solos por el país de los muertos,
y para qué, te dices, abrir los ojos al país de los ciegos,
abrir los ojos hoy,
mañana, para siempre. Era mejor Oeste, tierras vírgenes,
héroes en los ojos
de un cine desesperado, y los dioses que matan a los
hombres feroces,
los dioses más feroces que los hombres
los dioses crueles de la infancia, los dioses
de la inocente crueldad, pensabas que se alimentan de ciegos
y de quienes mendigan su ser en una picaresca sórdida,
si hombres hay, homicida. Pero aventura no hay, lo sabes,
más que por alguien, para alguien, como un poema,
como el riesgo de un vuelo en el aire sin tránsito. Y es por ello
por lo que no hay infancia en el país desierto. Por ello también
por lo que nadie podría jamás sospechar que conservas esa
belleza demente de la infancia, ese furor contra lo útil de tu cuerpo,
y esa mudez en los ojos, esa belleza
sólo vendible al cielo del suicidio, sólo a esos ojos: esa existencia.
Pero la vida sigue como el puente de Eliot,
como un puente de muertos o un flujo
de sombras que se cogen
de la mano ciega en el lodo para saber que están muertos y viven.
Esa vida de la que hablan
en el infierno, entre sí los muertos, los alucinados, los absurdos,
los orgullosos sonámbulos disputando con sangre
una certeza alucinante; es un fuerte dios pardo.
Una basta tragedia que hacen
por navidades, los viejecitos, los difuntos,
con personas de olvido, con máscaras y ritos de otros tiempos,
rótulos de neón y fuegos fatuos: así obra desde entonces,
desde entonces, esa raza
misteriosa que pasa a tu lado sin mirarte o mirarse,
desde entonces, desde el día primero
en que te asomaste con pánico a su delirio. Desde que viven, quizá,
desde que no hay tiempo sino destino y trazo
de vida invulnerable a la decisión de una mirada fuerte.
Quien es visto o quien cae en ese río sordo
es lo mismo, es un muerto
que se levanta día tras día para
mendigar la mirada.
Porque todos llevamos dentro un niño muerto, llorando,
que espera también esta mañana, esta tarde como siempre
festejar con los Otros, los invisibles, los lejanos
algún día por fin su cumpleaños.

Tomado de: http://blogs.elpais.com/letra-pequena/2014/03/panero-en-el-acorde-ultimo-de-las-flautas.html

sábado, 17 de septiembre de 2016

Laura Riding

EL PORQUÉ DEL VIENTO

A menudo consideramos el viento,
los porqués cambiantes del viento.
De otro tiempo no nos preguntamos.
Estos son cambios que conocemos.
Nuestra propia salud no es lo contrario.
Nos despertamos con un escalofrío,
Vamos a la cama con una fiebre:
estas son las vueltas por lo cual la naturaleza persiste,
por el cual, si el tiempo es feo o bueno,
variablemente vivimos,
tan mezclados y en un mundo tan variable.
Es la misma regla del impulso
ser así un día, y de otra al siguiente.
No nos preguntamos.
Cuando llega el frío cerramos la ventana.
Es invierno, y entendemos.
¿Nuestra propia sangre no hace lo mismo,
Ahora fría, ahora arde dentro de nosotros,
de acuerdo con los climas-rítmicos volubles
de nuestras vidas con nosotros mismos?

Pero cuando soplan los viento primaverales como un perro desdentado
y ni siquiera estamos reducidos,
solo si fuimos reprendidos por lo que no sabemos
y no podemos responder-
¿Qué es lo que se hace ahí, si no lo entendemos?
Y esto no podemos entenderlo,
aún cuando el viento es leve
nuestras mentes jadean un viento infectado
para nuestros corazones de madre,
buscando en los porqués de la sangre
la lógica de esta masacre de pensamiento.

Cuando el viento corre; corremos con él.
No podemos entender porqué no somos
cuando el viento lleva nuestras mentes.
Estos son los lapsos como un odio de la tierra.
Estamos como en la nada,
golpeados desde la interrupción a la interrupción,
después escapamos a lo que somos
y acusamos a nuestra naturaleza sobria
de la deserción salvaje de sí misma,
y pedimos a la razón como lo haría un traidor
ruega al rey un porqué de la traición.

Debemos aprender mejor
Lo que somos y lo que no.
No somos el viento.
No somos cada humor vagabundo que tienta
nuestras mentes a un vertiginoso desamparo.
Debemos distinguir mejor
entre nosotros y los extraños.
Hay mucho de lo que no somos.
Hay mucho de lo que no es.
Hay mucho de lo que no debemos ser.
Nos rendimos al viento enorme 
contra nuestra pequeñez aprendida,
pero seguimos volviendo al lamento
'¿Por qué hice esto?'

Traducción de Hugo Zonáglez

tomado del blog: http://emmagunst.blogspot.mx/2012/10/laura-riding-2-poemas-2-1.html

martes, 29 de marzo de 2016

Guillermo Fernández

Otra vez con los ojos abiertos
otra vez con las quejas del suelo por donde camino
otra vez la mierda sobre los planos de reconstrucción
Mis amigos tienen nombres de hospital
y sus almas huelen a pasillos solos y limpios
Pero siempre se debe regresar a casa
y hacer un poco de ruido en los cuartos vacíos
(Había para nosotros un lugar en Nueva Zelandia
una ventana en todos los trenes del mundo)
Para que no entre voy a gritarle a la muerte
a poner vidrios rotos en lo alto del muro
Y velaré mis armas
Mientras vuelves.

31 de mayo de 1973
Guillermo Fernández, La hora y el sitio bajo llave, p.54.

Guillermo Fernández

Bajo mis pasos crece la vida,
el peso de mi cuerpo,
la inseguridad de la dicha.
Me basta el alimento de los días,
las manos invisibles del amigo,
tu sonrisa tan triste,
la melancolía de haberte conocido.

El corazón es fiel,
la noche no.
Basta un instante en la vida,
la fragilidad de las verdades eternas,
el sexo abierto como una flor inextinguible,
o el triste odio hacia los que amamos contra todo.
En algunos rincones de mi cuerpo la luz se sabe.
En verdad te digo que fuera del amor humano
todo lo demás apenas es interesante
y que en la vida no hallaremos nada
que no haya crecido ya en nuestro corazón.

Guillermo Fernández. La hora y el Sitio bajo llave, p.83.


Escúchame: yo sé que nunca más. Nunca más.
Las cosas tienen un sabor triste,
un espesor de bruma bajo el peso de la noche.
El otoño no llega aún,
pero las hojas están distraídas , y caen.
En Chapultepec estacionan los hombres soledad,
giran alrededor de una lámoara que no existe.
"¡ Ah, estrechar un cuerpo desnudo sería la vida!"
dicen frente a una puerta que tampoco existe.

En un sabino se oxida el silencio.
La hierba respira.
Rntre mis ojos y las cosas del bosque cruza tu nombre como
un ciervo silvestre.

Guillermo Fernández, La hora y el sitio bajo llave

lunes, 28 de marzo de 2016

DIARIOS. ALEJANDRA PIZARNIK

MIÉRCOLES, 20, 1956
Tristeza y candor.
Deseos de llorar como un niño recién nacido. Inmensa ternura por mí. Ganas de hacerme pequeña, sentarme en mi mano y cubrirme de besos.

Viernes 22.
Fe en ti sola, Alejandra. Fe en ti sola.
Imposible la plena comunicación humana. Los otros, siempre nos aceptan mutilados, jamás con la totalidad de nuestros vicios y virtudes. O nos detestan por algún aspecto nuestro que les mortifica o nos aceptan por algo que es ángel en nuestra carne. También solemos tener días en los que nos permiten comunicarnos y días en que nos amurallan. Estos últimos coinciden con los días en qué más necesidad de contacto humano tenemos. Seguramente nos rechazan por ese aspecto de mendigos repelentes que proporcionan la angustia y la soledad.
Todo esto,  dicho de un modo confuso. Porque no entiendo casi nada dle asunto. Pero hoy y mañana y siempre repito que sólo es posible vivir si en la casa del corazón hay un buen fuego.

sábado, 14 de febrero de 2015

canción

El peso del mundo
------------es el amor.
Debajo de la carga
------------de la soledad,
debajo de la carga
------------de la insatisfacción

------------el peso,
el peso que llevamos
------------es el amor.
¿Quién lo puede negar?
------------En sueños
toca
------------el cuerpo,
en los pensamientos
------------construye
un milagro,
------------en la imaginación
se angustia
------------hasta nacer
humano-
mira desde el corazón
------------ardiendo de pureza-
porque el peso del mundo
------------es el amor,
pero llevamos la carga
con agotamiento,
y así es que debemos descansar
en los brazos del amor
al fin,
debemos descansar en los brazos
------------del amor.
No hay descanso
------------sin amor,
no hay sueño
------------sin sueños
de amor-
------------estés loco o tiritando
obsesionado con ángeles
------------o máquinas,
el último deseo
------------es amor
-no puede ser amargo,
------------no puede negarse,
no lo podemos retener
------------si se niega:
su carga es demasiado pesada
------------debe dar
sin recibir
------------como el pensamiento
se da
------------en soledad
con toda la excelencia
------------de su exceso.
Los cuerpos cálidos
------------brillan juntos
en la oscuridad,
------------la mano se mueve
al centro
------------de la carne,
la piel tiembla
------------de felicidad
y el alma viene
------------alegre al ojo-
sí, sí,
------------eso es
lo que quería,
lo que siempre quise,
lo que siempre quise,
------------regresar
al cuerpo
------------en donde nací.

(Canción - Allen Ginsberg - versión de Tom Maver)

 San Jose, 1954
de Selected poems 1947-1995, Harper Perennial, New York, 1996.


tomado de: http://hastadondellegalavoz.blogspot.com.ar/2011/10/allen-ginsberg-cancion.html

miércoles, 21 de enero de 2015

Cuando estás conmigo
soy
como la piel de un poema
escrito al amanecer
con todas las esperanzas
y todos los sueños.


Consuelo Tomás Fitzgerald (Bocas del Toro, Panamá, 1957)